sábado, 16 de mayo de 2009

El Tren que redimió a Tolstoi


Un tren que avanza de manera inexorable es el símbolo de Ana Karenina (1877) de Leon Tolstoi. Desde la primera parte, cuando Ana queda impresionada en la estación por el accidente de un trabajador ferroviario que muere bajo las ruedas del tren, la imagen de los niños jugando con un vagón miniatura y la pesadilla de Ana –atacada por el remordimiento del adulterio— presagian el desenlace de la novela: el suicidio de su protagonista, arrojándose a sus vías.

El tren es la imagen más poderosa de esta novela y simboliza a la vez la culpa de Ana y la modernidad que comenzaba a instalarse en la sociedad rusa de finales del siglo XIX. Ana Karenina cuenta las desventuras de una apasionada mujer infelizmente casada y termina por redimensionar la escritura francesa sobre el adulterio, estilo Madame Bovary de Gustave Flaubert, con un discurso literario que convierte a la novela en una lección moral, congruente con el estilo de su autor.

La descripción del suicidio es casi una imagen de una epifanía bautismal:

“Un sentimiento parecido al que experimentaba cuando, al bañarse, iba a entrar en el agua, se apoderó de ella y se persignó. (…) No aparataba la vista del segundo vagón, que, por momentos, se acercaba. Y en el preciso instante en el que ante ella pasaban las ruedas delanteras , Ana lanzó lejos de sí su saquito de viaje y, encogiendo la cabeza entre los hombros, se tiró bajo el vagón”.

Con este sacrificio consigue la redención Ana Karenina, que engañaba a su esposo con el conde Vronsky. Del affaire quedó una hija y el remordimiento de consciencia de los dos involucrados. La figura del tren, sin embargo, agrega un detalle crucial a una novela, que de otra manera se hubiera perdido en el bosque prolijo de las obras sobre adulterio de la época: el tren como castigo. Éste evidencia la fuerza de la modernidad, del avance tecnológico y del progreso que había llegado a instalarse hasta en las leyes rusas que permitían a las mujeres el divorcio, una solución a la desgracia marital que en la época no era bien vista en la sociedad.

Hacer que la heroína de su novela se suicidara lanzándose debajo de un tren demuestra la intención de Tolstoy por mostrar el lado humano de la mujer adúltera y la intención moralizante de la novela. Nunca en la obra se retrata a Ana como una egoísta. A pesar de lo que digan de ella los demás personajes, se la hace un ser humano apasionado y cariñoso, enfrentada al destino cruel de enamorarse a destiempo de quien no debería corresponderle.

He allí el drama de Ana Karenina: que la vida es un tren que no tiene cómo echarse para atrás.


Crédito Imagen: http://subbooks.com/blog/wp-content/uploads/2008/08/pevear_karenina.jpg

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